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Evangelio del Día 24 de octubre del 2020

Evangelio Según San Marcos 15: 21-41

Un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba entonces del campo. Al pasar por allí, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús. Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa: «Lugar de la Calavera»); y le dieron vino mezclado con mirra, pero Jesús no lo aceptó. Entonces lo crucificaron. Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús y ver qué se llevaría cada uno.

Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y pusieron un letrero en el que estaba escrita la causa de su condena: «El Rey de los judíos.» Con él crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Eh, tú, que derribas el templo y en tres días lo vuelves a levantar, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!

De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían: Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para que veamos y creamos! Y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Al llegar el mediodía, toda la tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: «Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?») Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron: Oigan, está llamando al profeta Elías. Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo: Déjenlo, a ver si Elías viene a bajarlo de la cruz.

Pero Jesús dio un fuerte grito, y murió. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El capitán romano, que estaba frente a Jesús, al ver que este había muerto, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. También había algunas mujeres mirando de lejos; entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo habían ayudado cuando él estaba en Galilea. Además había allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén.

Reflexión sobre el Evangelio del Día

Ya se estaba cumpliendo el propósito de Jesús en la tierra, este texto es uno de los más dolorosos y triste de la biblia, pero lo que da más compasión es saber que el maestro en su humanidad le decía al Padre que por que lo había desamparado. Recordemos que aunque Jesús era Dios también era 100% hombre, podía sentir tristeza, rabia, y el dolor de todos los flagelos que le causaron.

Realmente era injusto que Jesús muriera incluso por los que le golpearon y crucificaron, por eso tenemos que reconocer que Dios nos ama inmensamente a todos, tanto a los buenos como a los malos, él envió a su único hijo para que pagara todo el pecado de la humanidad y su sacrificio valió cada gota de su sangre.

Así que ahora mismo, en este tiempo reflexionemos sobre este acto de muerte que nos dio Jesús, para que podamos tener vida, agradezcamos en todo tiempo por todo, hagamos valer su sacrificio, cada golpe que le dieron, cada burla, cada flagelo, cada insulto; porque todo eso valió tu vida y la mía.

El Señor Jesús entregó su ministerio a sus discípulos al morir, y ahí empezó la iglesia hasta el sol de hoy. Entonces sigamos divulgando su legado por todo el mundo. Este trabajo aún no se ha acabado hasta que él vuelva nuevamente por sus hijos.

Oración del Día

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio,

ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmos 20: 1-9

Que el Señor te escuche cuando estés angustiado;
que el Dios mismo de Jacob te defienda.
Que te envíe auxilio y ayuda
desde el santuario de Sión.

 Que se acuerde de todas tus ofrendas
y acepte con agrado tus holocaustos.
Que cumpla todos tus deseos
y lleve a cabo todos tus planes.

Celebraremos así tu victoria,
y levantaremos banderas
en el nombre del Dios nuestro.
¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!

Estoy convencido de que el Señor
dará la victoria al rey que ha escogido;
de que le contestará desde su santo cielo,
dándole grandes victorias con su poder.

Unos cuentan con sus carros de guerra
y otros cuentan con sus caballos;
pero nosotros contamos con el Señor nuestro Dios.
A ellos se les doblan las rodillas, y caen,
pero nosotros seguimos firmes y en pie.

Señor, ¡dale la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!

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