Evangelio según San Lucas 9,1-6.
Reflexión sobre el Evangelio del Día
Cuando los discípulos ya tenían suficiente conocimiento de Jesús, que ya habían entendido muchas cosas y tenían más sabiduría, el maestro los envió a sacar demonios, a sanar enfermos, a orar por otros, incluso a predicar las buenas nuevas, y así fue poco a poco como se fundó la iglesia hasta la actualidad.
Esa autoridad nos la otorgó también a nosotros, por medio de su Espíritu Santo él nos guía a hacer cosas maravillosas, a veces no tenemos mucha confianza para orar por algún enfermo, pero recuerda que nosotros somos el canal para llegar al fin. Podemos orar por una persona pero es Dios el que hace el milagro. Así que creamos en este poder que nos ha dado Dios y tengamos la humildad para saber que no somos nosotros lo que hacemos las maravillas, es el Señor que nos está usando para grandes cosas y para ayudar a los demás.
Ahora ¿a qué se refería Jesús cuando decía que se sacudieran los pies?, te explicamos; en aquel entonces a muchas personas no les interesaba conocer de Jesús ni de sus enseñanzas, por lo general era los mismos que lo odiaban, y al ver que sus discípulos iban a predicarles les cerraban la puerta. Jesús quiso dar a entender que ya ellos hicieron su trabajo, fueron a predicarles y no quisieron recibir entonces sacúdanse los pies.
Lo mismo pasa ahora en la actualidad, hay personas que no creen, no les interesa, o tienen otras creencias, nuestro trabajo es predicar pero si ellos no quieren recibir la palabra, se les respeta y seguimos nuestro camino, ya nosotros cumplimos con nuestro trabajo.
Al final esas personas tendrán que rendir cuentas y no podrán decir que nadie les habló porque ya había alguien dispuesto a hablarle de la verdad. Así que por ese tipo de personas no nos mortifiquemos que ya Dios tratará de manera diferente con ellos.
Oración del Día
Acto de esperanza
Señor Dios mío, espero por tu gracia la remisión de todos mis pecados;
y después de esta vida, alcanzar la eterna felicidad, a tu lado y por siempre
porque Tú lo prometiste, ya que eres infinitamente poderoso, fiel, benigno,
lleno de misericordia y en ti no hay mentira alguna. Te amo eternamente,
eres lo más importante en mi vida, te necesito en mi familia,
en mi entorno en mi mente y en todo lo que me rodea.
Quiero vivir y morir en esta esperanza. Amén.
Salmos 92: 1-12
Bueno es alabarte, oh Jehová,
Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
Anunciar por la mañana tu misericordia,
Y tu fidelidad cada noche,
En el decacordio y en el salterio,
En tono suave con el arpa.
Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;
En las obras de tus manos me gozo.
¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!
Muy profundos son tus pensamientos.
El hombre necio no sabe,
Y el insensato no entiende esto.
Cuando brotan los impíos como la hierba,
Y florecen todos los que hacen iniquidad,
Es para ser destruidos eternamente.
Más tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.
Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová,
Porque he aquí, perecerán tus enemigos;
Serán esparcidos todos los que hacen maldad.
Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
Seré ungido con aceite fresco.
Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;
Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
El justo florecerá como la palmera;
Crecerá como cedro en el Líbano.