Evangelio del Día 15 de junio del 2020
Evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo.
Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.
Reflexión sobre el Evangelio del Día
Dios quiere que nos parezcamos en lo posible a su hijo Jesús, cuando él estuvo caminando por la tierra hace años sufrió muchas burlas, vergüenzas y palabras hirientes. Pero todo esto lo padeció y soportó para que se cumpliera la voluntad del Padre.
Así mismo nosotros podemos poner la otra mejilla, perdonar la ofensa, pasar por alto la falta, porque el favor no se lo hacemos a la otra persona, nos lo hacemos a nosotros mismos, creciendo como humanos, perdonando, alimentando nuestro espíritu y sobre todo agradando la voluntad de Dios.
No es para nada fácil, porque eso conlleva a amar al prójimo y renunciar al ‘YO’, pero todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.
Oración del Día
Acto de caridad
Dios mío, te amo sobre todas las cosas a ti y amo al prójimo,
porque Tú eres el infinito, sumo y perfecto Bien, digno de todo amor.
Quiero vivir y morir en este amor. Amén.
Salmos 143: 1-10
Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;
Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.
Y no entres en juicio con tu siervo;
Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.
Porque ha perseguido el enemigo mi alma;
Ha postrado en tierra mi vida;
Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.
Y mi espíritu se angustió dentro de mí;
Está desolado mi corazón.
Me acordé de los días antiguos;
Meditaba en todas tus obras;
Reflexionaba en las obras de tus manos.
Extendí mis manos a ti,
Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah
Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu;
No escondas de mí tu rostro,
No venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.
Hazme oír por la mañana tu misericordia,
Porque en ti he confiado;
Hazme saber el camino por donde ande,
Porque a ti he elevado mi alma.
Líbrame de mis enemigos, oh Jehová;
En ti me refugio.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;
Tu buen espíritu me guie a tierra de rectitud.