Evangelio Según San Mateo 9, 32-38
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había visto nada semejante en Israel”. Pero los fariseos decían: “Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Reflexión sobre el Evangelio del Día
Desde tiempos inmemorables se ha visto una lucha excesiva entre el bien y el mal, nuestro Dios amado y su hijo Jesucristo se han caracterizado en mostrarnos la bondad a través de un libre albedrío que nos permite tomar nuestras propias decisiones, es por eso que cuando Dios padre mandó a su hijo unigénito a la tierra para el perdón de nuestros pecados recibió mucha oposición de parte de su pueblo, de hecho hay un pasaje bíblico que dice «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron» (Juan 1:11-12).
Cuando Jesús expulsaba demonios, sanaba enfermos, y resucitaba a los muertos, los escribas y fariseos lo criticaban, lo juzgaban, pensaban que estaba poseído, de hecho hasta lo llegaron a crucificar como todos sabemos.
Aún Jesucristo sabiendo esto nunca dejó de enseñar de su amor a las personas, las ayudó siempre, les inculcó el camino de la sabiduría, pero él sabía que muchos iban a enfriarse y dejar de seguirlo es por eso que le ruega a su Padre que mande evangelizadores porque hay muchas personas descarriadas y pocos quieren hacer su voluntad. Te invitamos a que sigas a Jesús de todo corazón, a pesar de todos los problemas que tenemos, él se ocupa de hacer nuestra carga más liviana para que podamos vivir conforme a su voluntad.
Oración del Día
Gloria a Dios
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;
porque solo tú eres Santo, solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre, Amén.
Salmos 5: 1-12
Escucha, oh Jehová, mis palabras;
Considera mi gemir.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,
Porque a ti oraré.
Oh Jehová, de mañana oirás mi voz;
De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;
El malo no habitará junto a ti.
Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad.
Destruirás a los que hablan mentira;
Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
Más yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa;
Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.
Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos;
Endereza delante de mí tu camino.
Porque en la boca de ellos no hay sinceridad;
Sus entrañas son maldad,
Sepulcro abierto es su garganta,
Con su lengua hablan lisonjas.
Castígalos, oh Dios;
Caigan por sus mismos consejos;
Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera,
Porque se rebelaron contra ti.
Pero alégrense todos los que en ti confían;
Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;
En ti se regocijen los que aman tu nombre.
Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;
Como con un escudo lo rodearás de tu favor.