Evangelio del Día 05 de octubre del 2020

Evangelio según San Marcos 12: 28-34

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.

El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos».
El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios».
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Reflexión sobre el Evangelio del Día

Quizá a lo largo de nuestra vida nos han enseñado los 10 mandamientos, como: no matarás, no robarás, no cometerás adulterio, entre otros. Pero lo interesante es que existen 2 mandamientos sumamente importantes, y de hecho los otros mandamientos se reducen a estos 2: Amarás a tu Señor con todas tus fuerzas, lo pondrás en primer lugar, y será lo más importante en tu vida.

Y amarás a tu hermano como a ti mismo, lo ayudarás, lo tolerarás y perdonarás. Suena fácil al leerlo pero al emplearlo es sumamente difícil porque hay muchas personas que no se hacen querer para nada. Por eso estos 2 mandatos son los más importantes para el Señor, prácticamente ya agradas la voluntad de Dios haciendo esto.

Muchas veces nos complicamos porque pensamos que seguir a Jesús es muy complicado, pero el Padre nos ha dejado su palabra para seguirla al pie de la letra, no será fácil el camino eso si, pero el Señor hace las cosas sencillas para nosotros llevando nuestras cargas en sus hombros para que nosotros podamos buscarle sin excusas y con todo el corazón.

Oración del Día

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,

mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Su nombre es santo, y Su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación. Él hace proezas con Su brazo,

dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono

a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de Su misericordia, como lo había prometido

a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

“Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo como era en el principio,

ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén”.

Salmos 7: 1-10

Jehová Dios mío, en ti he confiado;
Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,

No sea que desgarren mi alma cual león,
Y me destrocen sin que haya quien me libre.

Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo
(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),

Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;
Huelle en tierra mi vida,
Y mi honra ponga en el polvo. Selah

Levántate, oh Jehová, en tu ira;
Alzate en contra de la furia de mis angustiadores,
Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

Te rodeará congregación de pueblos,
Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.

Jehová juzgará a los pueblos;
Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,
Y conforme a mi integridad.

Fenezca ahora la maldad de los inicuos, más establece tú al justo;
Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.

Mi escudo está en Dios,
Que salva a los rectos de corazón.

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