Evangelio según San Lucas 10,17-24.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!».
Reflexión sobre el Evangelio del Día
Es increíble todo el poder que hemos recibido del Padre, así como aquellos discípulos podían echar fuera los demonios en el nombre de Jesús, así también podemos hacerlo nosotros, sanar enfermos, orar por otros, y muchas cosas más dando la gloria a Dios.
Pero la parte más increíble fue cuando les dijo a sus discípulos que no se impresionaran por eso, más bien tenían que gozarse al saber que sus nombres estén escritos en el cielo. Y es algo que nos pone a pensar mucho, ¿será que nuestro nombre está escrito en el cielo? ¿será que hemos obedecido al Padre? ¿Será que he cumplido los mandamientos como está escrito en su palabra?. Hoy te invitamos a pensar todo eso esta noche y a que conversar con tu Padre que está en los cielos. Solo el te puede dar esas respuestas.
Muchos son los llamados pero pocos los escogidos a los que Dios le hace conocer su pacto, entonces busquemos agradar a Dios, pedirle al Espíritu Santo que nos revele a Jesús, y estar en constante conexión con Dios. Seremos inmensamente felices cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se nos presenten en nuestra vida como lo que realmente son.
Oración del Día
Gloria a Dios
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;
Porque solo tú eres Santo, solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre, Amén.
Salmos 5:1-12
Escucha, oh Jehová, mis palabras;
Considera mi gemir.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,
Porque a ti oraré.
Oh Jehová, de mañana oirás mi voz;
De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;
El malo no habitará junto a ti.
Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad.
Destruirás a los que hablan mentira;
Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
Más yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa;
Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.
Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos;
Endereza delante de mí tu camino.
Porque en la boca de ellos no hay sinceridad;
Sus entrañas son maldad,
Sepulcro abierto es su garganta,
Con su lengua hablan lisonjas.
Castígalos, oh Dios;
Caigan por sus mismos consejos;
Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera,
Porque se rebelaron contra ti.
Pero alégrense todos los que en ti confían;
Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;
En ti se regocijen los que aman tu nombre.
Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;
Como con un escudo lo rodearás de tu favor.